domingo, 10 de abril de 2022

ECOLOGISTAS

El afamado Chorreón de Las Naranjas, que más de alguna polémica ha suscitado
por ser una zona masificada por ciertas organizaciones pseudo-ecológicoturistas.
 
El amor a la naturaleza y el ecologismo son dos elementos diferentes y no necesariamente combinables, sobre todo porque en el segundo se aúnan el lucro y la utopía, es decir, un plan. Sin duda lo primero pueda condicionar en lo segundo, aunque considero que el ecologismo es la perversión del amor hacia la naturaleza. Esta sentencia, que puede sonar chocante a muchos, se sustenta en el hecho de que el ecologista es al final del día un sujeto político; y por lo tanto acaba actuando por sus propios intereses: los suyos y los de su chiringuito. Y sobre todo, hay un hecho diferencial insoslayable, el ecologista ¡quiere gobernar a la naturaleza!, yendo contra el orden natural de las cosas.

El conflicto que sufrimos desde 2014 en Ucrania y que ha aumentado en intensidad, sobre todo en cuanto a ruido mediático, ha puesto en escena la inconsciencia política de los votados por occidente, que bajo la utopía verde han conseguido hacernos aún más dependientes de potencias extraeuropeas como Estados Unidos o de Rusia, nuestro vecino euroasiático. Sin un plan alternativo la demanda energética europea ha hecho más fuerte a nuestros enemigos (bajo mi punto de vista, para los políticos pueden ser aliados, aunque no sean demócratas), a quienes les hemos comprado materias primas y energía a cambio de muchas prebendas y de tolerar hechos que para otros habrían sido calificados como delitos contra la humanidad. Y me refiero, en cuanto a enemigos, no a Rusia precisamente, sino a las dictaduras árabes del medio oriente, por ejemplo, donde tiranos son bien tratados por los hipócritas líderes de occidente, mientras se ha tratado de forma desleal e irrespetuosa a Rusia por obedecer a nuestro amo, Estados Unidos, una fuerza imperial instalada en todo el mundo y que deberíamos tratar como una fuerza de ocupación en nuestro propio suelo europeo. En definitiva, como el europeo ha sustituido la testosterona por las ideologías de perversión de género y sexual, el pacifismo y otras ideas estúpidas, la política de los países europeos es de rendición a las condiciones del otro mientras el tren de vida esté lo más asegurado posible. Esto acabará con la Europa occidental como modelo civilizatorio e incluso como masa biológica.

Los partidos políticos se han apropiado del mensaje ecologista y esto ha provocado en parte que las asociaciones verdes, excepto algunos grupos estrella, estén en cierto declive. Esto no evita que los gobiernos destinen millones de recursos monetarios a estas organizaciones, cuyo negocio se sostiene en el hecho de que el planeta está en peligro. En secreto estos oenegetas desean tan poco que el planeta mejore como un farmacéutico que una persona sane. Siempre es mejor un largo y costoso tratamiento que la solución radical.

No obstante los oenegetas suelen estar adscritos a partidos políticos, especialmente de izquierdas, a cualquiera de las izquierdas, y muchos de estos acaban siendo como fichajes estrella de ciertas candidaturas, desde a nivel local a nacional. En la zona alcornocaleña suelen ser personas imbuidas por ideas erradas sobre la historia de España, por la nostalgia de los más de 700 años de ocupación árabe en la península (cuyos herederos, según algunos, son los propios marroquíes, jajajajaja) y por el guerracivilismo y el amor a la república, pero sólo por la segunda… y ni ellos saben por qué, siendo la mayoría de estos ecologistas analfabetos funcionales; que como todo asociacionista campogiblaltareño sólo esta para posturear, parecer guay y solidario y estar pidiendo subvenciones que gasta para sí y para nada productivo o real en cuanto a un impacto beneficioso en el medio natural: y claro, se quejan de los políticos pero buscan su dependencia mediante la subvención, quedando en nada un verdadero trabajo serio e independiente. Asimismo, y curiosamente, he podido observar gran fervor ecologista en muchos trabajadores de grandes empresas de la bahía, empresas con grandes fábricas contaminantes y que no mencionan, porque amigos, la pela es la pela, el interés es el interés y ser consecuente es muy difícil; o no, simplemente la hipocresía se ha normalizado, como el robar: ¡esto es España!

Alguna vez estos oenegetas han aparecido en la prensa nacional y curiosamente han echado la culpa de los males del Parque Natural de Los Alcornocales a los aventureros que desinteresadamente comparten sus rutas en wikiloc u otros medios, acusándoles de masificar zonas sensibles; y ciertamente tienen parte de razón, pues existen ciertos cafres y asociaciones que llevan cientos de personas a lugares sensibles de forma inconsciente e irresponsable, muchas veces aprovechándose de esa información que bienintencionadamente se ha compartido y que educadamente se ha pedido que se le haga un uso responsable, pues no muchos partimos de la idea de que sólo se puede amar aquello que se conoce y respetar y combatir por aquello que se ama. Pero claro, no todo el mundo lo entiende así, hay gente que vive sólo para hacer daño y/o para nada. No obstante esta realidad consumada no es tanto culpa del aventurero individual, que aporta información seria, sino de esa sensación de impunidad estructural que afecta al español, que va por la vida pensando que no pasa nada, estamos en el campo y de los organizadores de ciertos eventos, ya sea buscando beneficio económico o atención.

Estos personajes ecologistas, sin querer, le hacen el juego a sus supuestos rivales ideológicos o como mínimo de intereses, ya sean estos dueños de fincas, cazadores o multinacionales contaminantes, siendo los dos primeros muchas veces hostiles al aventurero y a la vez más cuidadosos y conscientes de mantener sana la naturaleza (seamos justos). Da igual que haya cientos de kilómetros de tendidos eléctricos, vallas absurdas, que el alcornoque esté en retroceso, que haya sobre-explotación ganadera, falta de gestión o cientos de miles de cartuchos tirados por el suelo… la culpa es de aquel que se aventura a conocer la última selva de Europa, una joya natural subestimada y maltratada.

Y dicho todo esto no quiero desmerecer a nadie ni estigmatizar a ninguna persona individual en particular, por lo que quien se sienta aludido… ¡por algo será!, pues bien consciente soy de que en todos los frentes actuantes del parque natural hay gente buena y competente, desde propietarios de fincas, a guardas forestales, personal del sepronas e incluso cazadores, entre otros; y asimismo soy consciente de que si hay un culpable general es la propia gente, la sociedad en sí misma, inconsciente pero responsable en buena parte, gente que por lo general es mediocre y poco comprometida, echando siempre la culpa a otros de lo que pasa por el simple hecho de que votan. Y claro, para el demócrata moderno eso de votar o no votar equivale a lavarse las manos, aunque la democracia en sí no debería tener nada que ver con votar. Dicho de otra manera, y como ejemplo, si una ciudad está llena de basura es porque la gente es sucia y asquerosa, y de eso la administración sólo tiene la culpa en algo, en no gestionar, pero el problema es estructural. Una sociedad con cimientos mediocres da resultados mediocres. 

Nos vemos en las montañas.

Enlace de interés: 

- ¿Bahía podrida?

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