viernes, 29 de abril de 2022

EL HEROÍSMO

por Sierra de las Nieves
Sierra de las Nieves, noviembre de 2015

La valentía con el miedo son una misma cosa: heroísmo. Sin embargo la cobardía con el miedo es, obviamente, la antítesis del heroísmo. Ambas, fuerzas opuestas de la voluntad, una hacia delante y otra en huida, se expresan en los hombres de forma dispar. Aclarado esto quizá haya definido en parte aquello que me animó a sumergirme en las montañas; un ánimo de superación, la necesidad de no ser una mera caja de carne y de huesos que encierran una conciencia que vive para nada. Ser algo más, trascender, que aún no sé si es posible, pero si he estado cerca ha sido en las montañas, un lugar que me ha hecho sufrir y feliz, ser mejor y reconocerme en lo peor. 

Y bien habréis leído que en ambas respuestas de la voluntad es el miedo lo que constituye un denominador común. Y es que la forma de afrontarlo es definitorio, es ahí donde se conoce lo más profundo de un ser. El miedo del hombre heroico es no ser lo suficientemente digno, el no ser lo suficientemente emulable, inspirador y recordado. Sin embargo el miedo del hombre cobarde es completamente distinto, disfrazando de instinto de conservación su incapacidad para superarse.

En mis salidas al monte muchas veces he sentido temor, sobretodo en rutas donde no he tenido información o en retos de mucho desnivel y/o kilometraje. El afrontar ese temor constituye en sí mismo un reto. El castigo que me inflijo a mí mismo se torna recompensa una vez finalizado el esfuerzo; el sentimiento de fortaleza resulta inefable, así como el amor que siento por la naturaleza y esa llamada sin voz que me hace volver una y otra vez. Para muchos se trata de masoquismo, y puede que lo sea, un masoquismo sano, pero es que el amor no es todo lo bueno, el amor acarrea dolor, mucho dolor.

Sin auto-limitarme sólo acepto mi realidad física e instructiva (no tengo mucha idea sobre cómo afrontar la alta montaña por mi situación geográfica, así como la escalada) como incapacidad para no poder afrontar algo. Ser consciente de mí y de mis capacidades no es sólo una apreciación honesta, sino saber el punto que he de superar. Yo soy mi rival, no compito con un tercero y me alegro y aprendo de los logros de los demás. De esta manera concibo el heroísmo como un acto no inconsciente. Sacrificar toda una vida por un acto heroico significaría que ese acto supondría consecuencias por encima de uno mismo, pero yo no hablo de actos, sino de la voluntad heroica, del enfoque con el que cada cual afronta toda su vida, no un hecho concreto.

El acto heroico y la voluntad heroica pueden estar relacionados, solaparse, pero no siempre tiene que ser así. Hacerse el héroe puede acarrear un acto heroico pero al final no deja se ser una pose que viene acompañada de un acto inútil e inconsciente: como tirase al agua a salvar a alguien que se ahoga sin saber nadar. 

Nos vemos en las montañas.